Cuando estamos confusos sobre lo que hacer en un momento dado, ya sea un asunto “banal” o algo “importante”, la mayoría de las veces buscamos fuera de nosotros. Damos más relevancia a lo que nos pueda llegar de fuera que lo que podamos encontrar en nuestro propio ser, en nuestro propio arsenal de sabiduría inmensa que todos tenemos.
Cuando menciono en el título “Palabras”, me refiero a necesitar una fuente externa a nosotros, generalmente una persona, que nos sirva de guía, de inspiración, que nos ayude a encontrar nuestra propia luz o que nos facilite el camino que estemos transitando en un momento dado de nuestras vidas.
Está claro que hay momentos y situaciones en las que «buscar Palabras» es lo que hay que hacer, y en muchos casos, es la mejor opción. Pedir ayuda, consejo, asesoramiento y guía forma parte de nuestro aprendizaje en la vida, forma parte de nuestra interacción sincera y honesta con el mundo y con las personas que nos rodean. Forma parte de llegar a “esa decisión, esa oportunidad, esa palabra, esa acción, esa idea…” que anhelamos. Hay veces en que buscar esas Palabras nos reconfortará, nos sanará, nos animará y nos dará confianza para dar el siguiente paso que tengamos que dar.
Y también hay otras ocasiones, donde, si paramos, y dejamos que el silencio impregne todo nuestro ser, accedemos a una extraordinaria fuente de verdaderas respuestas, espontáneas respuestas, que llegan directamente desde lo más profundo de nosotros, con una claridad desmesurada y con una fuerza reveladora.
Si paramos y aquietamos nuestra mente, estamos permitiendo que el barullo mental de pensamientos, planes e información innecesaria que vamos acumulando, pase a un segundo plano. Es entonces cuando las más sabias, y a veces, «ilógicas» ideas, imágenes, sonidos y sentimientos vengan a nosotros como respuesta a lo que estamos buscando. Es como cuando buscamos unas llaves y no las encontramos… cuando ya las damos por perdidas, nos damos cuenta de que estaban justamente delante, ahí enfrente, ahí mismo, esperando a ser vistas.
El otro día de madrugada me desperté y vino a mí la respuesta a una pregunta que venía rondándome la cabeza y la cual no tenía muy claro qué hacer. La respuesta ha sido: necesito Silencio. Perfecto. Lo escucho, lo acepto y tomé la decisión que debía tomar.
Te invito a que te hagas la misma pregunta…. ¿Necesitas Palabras o Silencio?