Sí, eres un diamante, te lo recuerdo
… lo que pasa es que la mayoría de las veces nos sentimos como un simple trozo de vidrio…
Es hora de empezar a cambiar tu mirada interior, de reconocer lo que verdaderamente eres, de admitir que tienes mucho que ofrecer al mundo, de valorar y honrar todo lo que has hecho, y lo que no has hecho en la vida, porque eso es lo que forma parte de ti en este precioso y preciso momento.
Haz que esos momentos fugaces en lo que todo brilla, porque tú brillas, sean más frecuentes, más duraderos, más intensos, y empieza a pensar cómo sería tu vida si te sintieras el 60% del tiempo así…ya no digo el 80, ni el 90, ni el 100, si no el 60%…es decir, más de la mitad de cada día de tu vida.
En mi práctica de Yoga y durante las sesiones de Yoga con mis alumnos, me encanta cuando vivimos y exploramos la posición del Diamante. Después de haber despertado y activado todo el cuerpo y haber calmado y centrado la mente, sentarse en esta postura es entrar inmediatamente en contacto con esa piedra maravillosa que eres, con ese diamante ya pulido, brillante, de una presencia rotundamente serena y auténtica.
Hay muchas maneras de reconocer y de pulir tu propio diamante, y muchas de ellas ya las sabes, sólo tienes que ponerlas en práctica. Por ejemplo, celebrar tus logros, no sólo los cumpleaños, agradecer cada mañana al despertar todo lo que tienes, cuidar tu alimentación, valorar todo lo que ya aportas a los demás, a tus amigos, a tu familia, a tus colegas de trabajo…eso es reconocer tu valor, poner sobre la mesa lo que ya eres.
Pulir tu diamante supone un entrenamiento consciente y constante, porque se nos olvida muy rápido lo que somos, y volvemos a vernos como ese trozo de vidrio sin brillo, sin valor, aunque queramos aparentar lo contrario.
Crear la piedra más preciosa que quieras ser, es conectar con tu verdadera naturaleza, tu verdadero derecho y tu verdadera responsabilidad día a día, hora a hora y minuto a minuto.